miércoles, 20 de mayo de 2009







Valle que fue paraíso,
laberinto de cemento y zinc,
de madera y signos de otros tiempos y lugares.
Contrastes de topografías y clases,
de viejos y modernos,
de ordenado cambalache,
de sucio y brillante,
de arte y miseria.

viernes, 15 de mayo de 2009

Espejos

Recuerdo a Marco A Lopes (artista plástico brasilero)

No todos lo vieron pasar. No todos lo recuerdan.
Era un brasilero de cuarenta y picos años de edad: alto, moreno, cara redonda, ojos profundos, labios gruesos, pelo negro y abundante. Muy tranquilo, muy bueno. Llegó a San Julián alrededor del año 2000, a encargarse de las propiedades y los bienes de su padre que había vivido ahí. Se instaló en su casa y mimetizó el lugar con su arte, con su presencia. Creaba espacios mágicos. Realizaba líneas serpenteantes con una gubia, sobre los restos de madera. Penetrante olor a solvente del más intenso color de las pinturas. Plano, simple, hermoso. Naif de alma. Simple de corazón. Naturaleza pura.
No todos lo entendían, no todos lo olvidaron. Hoy me queda solo una ventana a lo que fue su mundo, su mente, su alma. El resto se quemo y él se fue con las cenizas.


Todos dejamos huellas, yo he visto las de Marco en casas de San Julían, en una vidriera perdida de un video club, en la parroquia donde se refugió, en la casa donde viví.